Gabriel Boric, quien hoy asumió como presidente de Chile, llegó al poder acompañado de Camila Vallejo y Giorgio Jackson, tres ex líderes de las protestas por la educación iniciadas en 2011 que fueron parte de la irrupción de los estudiantes como un sujeto político clave en la historia reciente del país, y que luego disputaron lo «político institucional», primero como diputados y ahora en el nuevo gobierno.
Boric confirmó el 21 de enero pasado la conformación de su gabinete, en el que Vallejo será la vocera -formalmente titular del Ministerio Secretaría General de Gobierno- y Jackson estará a cargo del Ministerio Secretaría General de la Presidencia.
Los tres tuvieron el mismo bautismo político en la militancia universitaria durante las protestas estudiantiles del 2011.
Vallejo fue la segunda presidente mujer de la Federación de Estudiantes de la Universidad de Chile (Fech) -egresó como geógrafa- y Jackson presidió la Federación de Estudiantes de la Universidad Católica de Chile (Feuc) -se graduó de ingeniero civil industrial-. Vallejo fue sucedida en la Fech por el ahora presidente electo.
Pronto se hizo evidente que no solo con los jóvenes, ni únicamente desde las manifestaciones, podrían lograr las transformaciones que esas protestas vociferaban.
En palabras de Vallejo, ya siendo diputada y en retrospectiva, «desde la calle y desde la disputa político institucional» había que construir «correlación de fuerza» para hacerse «cargo de las demandas» en «los espacios de poder».
Si los años 90 se habían caracterizado por la emblemática frase «No estoy ni ahí», que popularizó el tenista chileno Marcelo «Chino» Ríos y que sintetizó cierta abulia juvenil, los tres universitarios fueron parte de la irrupción en la escena pública de los estudiantes como sujetos políticos. Pero ese proceso había sido inaugurado desde los secundarios, con la llamada «revolución pingüina» en 2006.
Ese año estallaron los efectos de la Ley Orgánica Constitucional de Enseñanza (LOCE) que la dictadura de Augusto Pinochet promulgó 24 horas antes de dejar el poder el 10 de marzo de 1990. La LOCE había fijado el pase de la enseñanza básica y media a los municipios y daba aire a la privatización.
La precarización quedó expuesta en las goteras de un colegio del Bíobío que desencadenaron en 2006 el movimiento de estudiantes secundarios más grande de Chile hasta ese momento.
La primera presidencia de Michelle Bachelet (2006-2010) estuvo signada por las demandas «pingüinas», e incluso tuvo episodios de violencia a cargo de Carabineros, lo que llevó a algunos sectores estudiantiles a posicionarla en la vereda de enfrente.
Sin embargo, el regreso de la derecha al poder, liderada por Sebastián Piñera en marzo de 2010, fue un nuevo detonante para las protestas -ahora universitarias- pero también, años más tarde, para cambiar las alianzas con la anterior mandataria.
En 2011, los tres referentes del próximo gobierno comenzaron, desde el nivel de enseñanza superior, a exigir «educación pública, gratuita y de calidad» al entonces presidente Piñera.
Vallejo lo hizo desde la juventud del Partido Comunista (PC); mientras que Jackson y Boric lo hicieron desde dos agrupaciones universitarias.
Piñera insistió en que la educación pública era «un atentado no solo a la calidad, sino que también es un atentado a la libertad».
Un símbolo claro de esa posición fue la designación como ministro de Educación a Joaquín Lavin, quien además de funcionario público era dueño de una universidad privada acusada de lucrar con la educación.
En la disputa por lo «político institucional» los tres se postularon para diputados en las elecciones legislativas de 2013. Vallejo y Jackson desde un punto de vista táctico resignificaron la figura de Bachelet y, de distinto modo, apoyaron la nueva candidatura de la socialista que buscó ir por su segundo mandato (2014-2018) y destronar a Piñera.
La Nueva Mayoría (la ex Concertación y el Partido Comunista) llevó entre su lista de diputados a Vallejo.
Jackson se postuló por su propio partido Revolución Democrática fundado en 2012 y financió su campaña sin empresas o donaciones reservadas, pero fue apoyado por la alianza NM.
En cambio, Boric fue como independiente. En 2014 el grupo, junto a otra referente estudiantil del PC Karol Cariola, llegó a la Cámara de Diputados.
Eran todos menores de 30 años y Camila fue la legisladora más joven de los 120 parlamentarios.
En paralelo, Jorge Sharp, amigo magallánico de Boric, se consagró en 2016 alcalde de Valparaíso. Ambos compartieron sus infancias en Punta Arenas.
Aquellos cuatro diputados renovaron mandato en 2017 y sus proyectos de ley impulsaron reducción de la jornada de trabajo a 40 horas, recorte de las dietas parlamentarias, permisos de licencias laborales luego de la unión civil, tipificación del acoso sexual y la violencia de género como delito penal, entre otros.
Boric ya integraba el recientemente formado Frente Amplio, y en 2018 conformó Convergencia Social dentro de aquel espacio, con el que en 2021 formó junto al PC, el frente Apruebo Dignidad con el que se consagró presidente.
Durante el estallido social de octubre de 2019, continuaron con su actividad parlamentaria pero también estuvieron presentes en las manifestaciones.
Las diferencias entre ellos existían y se expusieron en noviembre de 2019, luego del estallido social iniciado en octubre, cuando Boric firmó el «Acuerdo Por la Paz Social y la Nueva Constitución» junto a casi todo el arco político sin el PC.
El documento definió los mecanismos para plebiscitar el cambio de la Constitución y cuya principal crítica fue el haber excluido la opción de hacerlo a través de una Asamblea Constituyente.
Sin embargo, en 2021, pese a las diferencias había un desafío mayor que ya no se trataba de contrarrestar el peso de Piñera, cuya aprobación se había desplomado, sino del ultraderechista José Antonio Kast.
Apruebo Dignidad buscó cierta renovación que acelerara el surgimiento de una alternativa a los partidos que gobernaron en la postdictadura, pero también decidió que en el paso de la alianza electoral a la coalición de gobierno se incorporaran otros partidos tradicionales.
Este viernes, Boric y su espacio empezaron a desandar el camino con el desafío de que las demandas de las protestas, en suma por una vida digna, se puedan oír en el Palacio.